viernes, 6 de marzo de 2009

William S. Burroughs


La fascinación del ser humano por aquello que es extraño y diferente, lo que de niños nos prohibieron o de aquello de lo cual no se hablaba nunca. Esa fascinación que no nos permite apartar la vista de un video de una cirugía de corazón abierto, un periódico amarillista con fotos de víctimas de un crimen salvaje, o la lectura de un texto que describa cosas repugnante y grotescas.

Esa fascinación la recordamos hoy escuchando sobre William S. Burroughs, en la conferencia de Fernando Gómez (editor de la revista Don Juan) sobre este autor considerado el máximo representante de la generación "Beat" de los 50s y 60s, junto con Jack Kerouak y Allen Ginsberg.

Los textos de Burroughs resultan agobiantes, como una montaña rusa dentro de la cabeza de un drogadicto sin remedio, imágen tras imágen de alucinaciones aberrantes, personajes que se derriten en sus propios excrementos, e innovadoras prácticas sexuales que no se apiadan de la anatomía humana. Este autor también expone su homosexualidad y la de sus personajes tan agresivamente como lo hace Fernando Vallejo.

Realmente, en palabras de Fernando Gómez, "Fernando Vallejo es una mansa paloma al lado de Burroughs".

La lectura de un texto de Burroughs sobre un personaje agobiado por una extraña enfermedad que hace que le crezca constantemente pelo por todas las partes de su cuerpo, me recordó la película "Fur, retrato imaginario de Diane Arbus", que nos cuenta de una fotógrafa interpretada por Nicole Kidman, una mujer de esas de buena familia de los años cincuenta que le colaboraba a su marido en su estudio de fotografía.

La vida de Diane cambia cuando se muda un nuevo inquilino al piso de arriba, porque el hombre tiene algo distinto. Interpretado por Robert Downey Junior, este hombre està afectado por Hipertricosis, como el personaje de Burroughs. Diane descubre su propia fascinación por los temas que la harían una famosa fotógrafa: esos personajes repulsivos, diferentes, los fenómenos de circo.

William S. Burroughs nos puede parecer repulsivo, pero es porque descubrimos en nosotros mismos esa extraña fascinación.

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